UN EDIFICIO BARCELONÉS EN PELIGRO
# PLAGA DE TERMITAS EN EL PAUCÍO DE LA VIRREINA
El catedrático de Zoología doctor García del Cid explica la amenaza de estos insectos.
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**GRAVE PROBLEMA**
Noticia alarmante: en el Palacio de la Virreina han anidado las termitas.
La calamidad es una de tantas que vienen a afligir al hombre moderno, ensoberbecido con la pretensión de haber dominado a tantas fuerzas de la naturaleza y que de súbito se vé atacado y amenazado por peligros gravísimos en lo más entrañable de su existencia.
No es éste, como veremos, el primer edificio barcelonés donde se advierte la presencia de la plaga. Tampoco constituyen las termitas, apresurémonos a decirlo, una amenaza irremediable. Lo más doloroso que entraña su presencia es la necesidad de dedicar a su eliminación unas preocupaciones y unos caudales que buena falla harían para el mantenimiento y auge de las instituciones atacadas por su implacable voracidad.
El problema que plantean, por lo demás, no es sino una faceta del conjunto general de conflictos que el alcalde de la ciudad, don José María de Porcioles, acaba de puntualizar en sus recientes declaraciones, al referirse a la insuficiencia de las sumas que ha sido" posible hasta ahora destinará a la reparación y entretenimiento de los edificios municipales. «Ello és la causa —decía— del desmerecimiento de tantos edificios, muchos de los cuales desde hace veinte años no han sido objeto de la más elemental conservación.»
Digamos, antes de pasar adelante, que la presencia de las termitas en la Virreina ha sido advertida hace tiempo y que ha promovido y los oportunos estudios y dictámenes en el seno de la administración municipal, y que el fruto de los mismos, sin duda, no tardará en ponerse de manifiesto.
Las termitas se han aposentado en algunos sectores del envigado de madera de parte del palacio de la Virreina, en los cuales han causado los estragos que son de suponer. La noticia desagradará a la opinión barcelonesa que contempla con cariño al hermoso edificio. Su creador, el ex virrey del Perú don Manuel de Amat y de Junyent, marqués de Castellbell, fue también una figura popular y querida en la Barcelona de su tiempo, en la que se recogió después de haber vivido en Lima las emociones-Ele su relación con la famosa Perricholi y las inquietudes de su alto puesto de gobierno, desempeñado con ponderación, mesura y bondad. En 1772. comenzaron las obras, dirigidas por el arquitecto Carlos Grau. La obra se inscribe en un momento de viva inquietud constructora de las familias nobles barcelonesas, que nos ha deparado el palacio Moya-Comillas y el de Alfarrás, entre otros. Al propio tiempo, comienza a señalar la evolución de la Rambla desde ser paseo cerrado y austero de los escolaros hasta convertirse en grande espacio abierto, al solaz de todos los ciudadanos.
# «Termes, no termitas», dice el doctor García del Cid
Para concretar científicamente las características de esta amenaza, hemos acudido al ilustre catedrático de Zoología de la Universidad, profesor doctor don Francisco García del Cid, quien ha desatendido unos minutos sus quehaceres con la amabilidad que le es proverbial. Su primera indicación es, más bien, de carácter lingüístico:
—Las termitas —nos advierte— se llaman comejenes, en castellano, o también termes, del latín «termes» —gusano roedor-, como les .denominan San Isidoro de Sevilla y Pimío. Son insectos isópteros conocidos en los principales idiomas con él nombre vulgar de hormigas blancas. La. impropiedad de este nombre salta a la vista considerando tan sólo que no son ni lo uno ni lo otro, puesto que difieren por completo de los conocidos himenópteros, cuyo nombre se les ha aplicado y no son siempre de color blanco. Los adultos, por ejemplo, no lo son jamás en nuestra fauna. Frecuentemente se les llama termitas, cometiendo uno de los muchos galicismos coa qué suele mancharse nuestro idioma.
«Como es harto sabido —prosigue—, trátase de insectos masticadores, provistos de dos pares de alas membranosas casi iguales y de idéntica longitud. Durante el reposo, las alas yacen sobre el dorso, superpuestas y planas: la*venas anteriores son muy robustas y las transversales forman una red irregular con una sutura en la base que utilizan como línea de fractura por donde se rompe el ala desprendiéndose, después del vuelo de enjambrazón. Son insectos sociales, polífagos y marcadamente polimorfos, cuyas colonias, llamadas termiteros, comprenden obreros, soldados, reina y rey, larvas y ninfas en diversas fases de su desarrollo y, por regla general, individuos provistos de alas que aparecen una sola vez al año.
»Los alados, son de color negro o pardo obscuro más o menos maculados; sus alas aparecen como ahumadas y con frecuencia son irisadas. Tanto larvas como obreros suelen presentar color blanco lechoso: en algunos termes la despigmentación es. total y el color aparenté se debe a los cuerpos grasos del insecto visibles por transparencia al través del tegumento. Los soldados suelen presentar la cabeza y el tórax bien pigmentados con tonalidades que pasan desde el negro al color ambarino.
—¿Cuál, es exactamente la peligrosidad de estos insectos? —preguntamos. —Estos insectos —nos responde el ilustre profesor— han sido denunciados ya hace muchos años por los destrozos que ocasionaron en varios edificios como el Capitolio de Washington, cuyos cimientos socavaron, haciendo necesaria una costosa obra de reconstrucción; los archivos y varios edificios públicos de La Rochelle o las bibliotecas de Springfield (Illinois) y de Carolina del Sur, que fueron casi totalmente destruidos en pocos meses. En 1895, los halló Grassi en Catania y posteriormente han aparecido en la Residencia Nacional y Archivo del Estado de Palermo, Biblioteca Universitario de Catania (1931), iglesia de San Pedro en Perugia (19.32), varias bibliotecas publicas en Cerdeña, entre las cuales resultó más perjudicada la universitaria de Cagliari y en menor escala las de Castiglioni, Cosentino, Galatone y otras.
Según Maeterlink, la ciudad Jamestown, en Santa Elena, atacada por los comejemes, ofrecía igual aspecto que si la hubiese destruido un terremoto y fue preciso reconstruirla. No se vaya a creer que atacan únicamente las maderas de los edificios; devoran el papel de los libros, dejando únicamente el lomo; engullen sellos de correos, billetes de Banco, valores, etc., .cuando están almacenados en zonas infestadas y no hay substancia que contenga celulosa que se vea libre de su nefasta acción. Por lo que a nuestra Patria se refiere, devoraron en el Ferrol, y en 1879, un navío de nuestra gloriosa Armada.
# ¿Es posible la extinción de la plaga?
Tal es la pregunta que dirigimos al profesor García del Cid. —La total extinción de una plaga seria de termes mediante el tratamiento interior de un edificio infestado —nos responde— es extremadamente difícil y con frecuencia imposible, a menos que se realicen en él obras de consideración y se supriman las maderas atacadas. No obstante, se recomienda el tratamiento y destrucción de las galerías donde quiera que se las perciba, así como la introducción por ellas de substancias venenosas capaces de matar los termes subterráneos.
La fumigación de los locales invadidos es de aplicación muy limitada. Es muy difícil lograr una penetración suficientemente profunda para destruir todos los termes, e incluso cuando se logra, si se trata de «Reticulitermes», el resultado obtenido es tan sólo temporal. Los autores americanos preconizan el tratamiento mediante el ácido cianhídrico durante 48 horas, seguido de una ventilación forzada durante otras tantas; también han empleado con resultados alentadores el bromuro de metilo durante 24 horas con una más de ventilación forzada. No parece necesario advertir que estos métodos re» quieren especiales precauciones para proteger las vidas humanas y su empleo está reservado a personas especializadas para esta clase de tratamientos y ~*con" capacidad legal para emprenderlos.
Cuando nos enfrentamos con termes exclusivamente xilófagos—dice el doctor García del Cid— el tratamiento radical consiste en reemplazar las maderas infestadas, substituyéndolas por otros materiales o por maderas inmunes o inmunizadas contra estos insectos. Sin embargo, en ciertos casos no es posible practicar este tratamiento, que tampoco es indispensable al principio de la infestación. En tal caso se aconseja el empleo de diversos tóxicos que pueden ser aplicados mediante impregnación externa de las maderas coa líquidos de alto poder penetrante o a favor de taladros de tóxicos en polvo.
"Si se prefiere la impregnación, pueden emplearse el ortodiclorobeneeno, el pentaclorofenol al 5 por 100 en lueloil o la cloronaítalina que posee un extraordinario poder de penetración acompañado de una .gran permanencia. El líquido puede aplicarse con pincel o bayetas o mediante un pulverizador; la madera debe quedar saturada de estas substancias. Si estaba seriamente atacada, se necesitan varias aplicaciones para lograr el fin propuesto. Cuando recurrimos a venenos en polvo, podemos emplear el arsénico blanco o el verde París, el fluosilicato sódico, el DDT o el gammaexanó.
No es el palacio de la Virreina, decíamos, el primer edificio barcelonés donde aparecen los termes. Se presentaron también en la Biblioteca Central de la Diputación y fueron radicalmente eliminados; igualmente," en las Atarazanas y en múltiples mansiones particulares. Hace} un tiempo, ei doctor Bocha, en su servicio del Hospital de San Pablo, advirtió con. dolor .que-.Rabian causado grave daño en la colección venerable de' historias-clínicas .legada -por el doctor Esquerdo. El problema que nos desafía ahora es, pues, molesto y arduo, pero no invencible. Procedamos a remediarlo.
Pedro VOLTES
![[1962 14 Agosto- La Vanguardia española.pdf]]